Al dicho popular de pensar antes de actuar le ha salido un término sostenible muy conocido en el siglo XXI: el consumo consciente. Te vale para prácticamente cualquier actividad de la vida cotidiana que consista precisamente en eso, en consumir. O lo que es lo mismo: cuando vayas al súper, o a cualquier comercio de barrio o gran superficie, recuerda lo que te decimos aquí.
Detrás de este concepto asociado al ecologismo y la economía circular está el comportamiento por el cual satisfacemos nuestras necesidades diarias tras haber hecho una reflexión sobre el impacto social, medioambiental y económico que tendrá que compremos, o no compremos, ciertos productos.
Consume solo lo necesario
Por aquí ha pasado casi toda la humanidad y parece algo intrínseco al sistema, pero está bien recordarlo: no compres cosas que no necesitas. Pero para darte cuenta de lo que es impulso o necesidad, pregúntate: “¿realmente me hace falta?”. Si la respuesta es no, controla la tentación. Y si es que sí, entonces estarás realizando una compra consciente.
Solo por aclarártelo: no es solo comprar menos, sino alargar la vida de los objetos que ya tenemos o incluso intentar arreglarlos. Ni que decir tiene que la segunda mano aquí es muy útil al evitar que se sigan fabricando y transportando objetos nuevos que puedes conseguir en muy buen estado.
No tienes que comprar todo
Como lees. ¿Quieres un libro? Pues pásate por la biblioteca de tu barrio, sácate el carné y tómalo de préstamo. Si buscas una peli, o algún mueble, puede que lo tengan por ahí tus amistades o tu familia. En este apartado también destacamos el intercambio comunitario: un bien por un servicio, o al revés. Lo bueno del consumo consciente es que es muy práctico (y responsable).
Pasa del impulso al criterio
Y para conseguirlo, solo hay que hacerse preguntas. ¿Es sostenible? ¿Viene de muy lejos? ¿Cuánto contamina? Estas son solo algunas de las que puedes plantearte. Eso te llevará a fijarte más en establecimientos de comercio justo, productos de proximidad o de empresas que practiquen fines sociales. El gran ejemplo de consumo consciente, como a lo mejor has pensado, es darle una nueva vida a bienes de segunda mano.
Pasa a la acción y comienza a informarte sobre los productos que compras, piensa en las consecuencias de tus acciones y date cuenta de la importancia de tus decisiones. Todo te llevará al consumo consciente. Mucha gente ya lo practica y no tiene que hacer un gran cambio en su día a día. ¡Qué bien vas a dormir sabiendo el bien que haces!
Recuerda:
- – El consumo consciente es una tendencia cada vez más extendida que promueve las compras responsables con la sociedad, el modelo de consumo y el medioambiente.
- – Deja de comprar cosas que no necesitas realmente y, lo que necesites, consíguelo a través de préstamos (como libros de biblioteca) o compra de segunda mano.
- – Reflexiona sobre el impacto que tiene la compra de ciertos productos y trata de suplirlo con otros con sello de comercio justo, de proximidad o de segunda mano.